Semblanza
238
page-template,page-template-full_width,page-template-full_width-php,page,page-id-238,stockholm-core-2.3.3,select-child-theme-ver-1.1.1,select-theme-ver-9.4,ajax_updown_fade,page_not_loaded,menu-animation-underline,side_area_uncovered,,qode_grid_1200,qode_menu_,qode-mobile-logo-set,wpb-js-composer js-comp-ver-6.9.0,vc_responsive

Semblanza

Josefina en la playa

No es casualidad que la Biblioteca Josefina de la Torre se ubique justamente en la playa de Las Canteras, entre el Auditorio Alfredo Kraus y la Punta Brava de Manuel Padorno, un espacio por donde la universalidad de Canarias mira al océano como en ningún otro; como la carretera de mar de Padorno y las notas barítonas de Kraus que ululan por los pasillos de esta Biblioteca para arropar a la Josefina soprano en su Concierto de 1900 en la Residencia de Estudiantes de Madrid (1936), con Rivas Cherif al piano y un puñado de fragmentos de Puccini y Massenet.

Fue en esta playa donde se fraguó la poeta Josefina de la Torre alimentada en las tertulias de los modernistas, y animada por el padre de todos ellos, Domingo Tomás Morales, Saulo Torón, Alonso Quesada y el padre de todos ellos, Domingo Rivero, cuando publica:
Tus versos se parecen a palomas / que vuelan hasta las cercanas lomas / para volver al nido.

La playa como anfiteatro de la ciudad alcanzó con Josefina de la Torre la condición de espacio simbólico; y por él, a través de él, es posible rastrear la huella de voces sucesivas de la poesía canaria que exploran en este territorio: Lázaro Santana, Eugenio Padorno, Antonio Puente… El mismo espacio simbólico que deja su impronta en narrativas como las de Alicia Llarena o Dolores Campos-Herrero.

Playa de Las Canteras, con su barra grande y su barra chica y los hachones de luz y los juegos infantiles en la orilla, será el almacén de nutrientes con que Josefina de la Torre construye la escalera de salitre y arena que supo ver Pedro Salinas y rubricó en el prólogo de Versos y Estampas, (1927), al afirmar que los versos de Josefina de la Torre “cabalgan entre lo líquido y lo oscuro”, y sobre la poeta una máxima que la situó en el holl de lo universal desde el origen: Muchacha Isla.

Salitre y arena rezuman también los versos de Poemas de la isla (1930), llavín definitivo que abrió la puerta hasta el salón de la Generación del 27 donde ocupa su lugar como una de las dos únicas mujeres que Gerardo Diego incluyó en 1934 en la nómina Poesía Española, Antología (Contemporáneos).

Un siglo de travesía trae de nuevo otro escenario: la Biblioteca Josefina de la Torre. Como en un guión circular, Josefina regresa a la playa y desde aquí, desde el origen, enfila rumbo al océano para esparcir, empujada por los alisios, lo más universal y cotidiano de la vida insular. Josefina de la Torre regresa al anfiteatro de la playa de Las Canteras, extraño territorio donde solo se es Isla, que la poeta llevo siempre consigo como un país portátil.

 

Alicia R. Mederos
Abril 2022

¡Cuánto diera por ver llegar un día
la barca con la blanca vela al viento,
con rumbo hacia la orilla,
desrizada,
y en pie, en la proa
-tijera de los mares-
a ti, todos mis sueños, presentido,
con el azul del mar en la mirada!